lunes, 22 de julio de 2013

EL FARO ESCONDIDO

Fotografía: Fran Gala @erfran72




Bajó del coche y una oleada de sal le impregnó hasta lo más hondo. Las lágrimas resbalaban por sus mejillas. El viento le pegaba el cabello a la piel a latigazos. Bajó la empinada cuesta luchando contra aquellas ráfagas que soplaban a su favor y le obligaban a ir frenando con los pies para no caer. 

Consiguió llegar hasta la arena a trompicones, casi a ciegas. Al instante de pisar la playa, el viento, incomprensiblemente, cesó. Y se hizo el silencio más atronador que jamás ella había escuchado. Ya no había ruido. Sólo sal. La sal de sus ojos, la del mar, la que él dejo en sus labios. 

Se secó las lágrimas con el dorso de la mano y levantó la mirada al frente. Tras las dunas, casi escondido, se alzaba el faro. Aquel faro modesto, casi tímido, que le enamoró la primera vez que descubrió aquel lugar. 

Decidió atravesar las montañas de arena para llegar hasta él. Tal vez si esperaba a que la noche cayera, su luz podría indicarle el camino.


Texto: Rosa Muro @pink_wall



Nota: Queridos pupileros, nos tomamos unas semanas de descanso estival bloguero. Gracias a todos por estar ahí y animarnos a seguir. Continuad dejando volar la imaginación y mantened las pupilas bien abiertas para no perderos ni un detalle y contárnoslo cuando volvamos. ¡Nos vemos y leemos en nada!


Rosa y Fran.

lunes, 15 de julio de 2013

CUERPO DE AZAHAR

Fotografía: Fran Gala @erfran72


El sol se dejaba caer lánguidamente sobre aquella ciudad mágica y daba paso a un claroscuro que dibujaba sombras caprichosas en cada rincón escondido. En el patio,  una brisa suave engañaba a los sentidos, de tal manera que parecía que el murmullo del agua susurrase palabras aún no inventadas.

Tras el quicio de una  puerta entornada esperaba ella. Iba descalza. Sólo la cubría una túnica de seda del mismo verde de sus ojos. Le llegaba hasta los pies. Llevaba el cabello suelto, peinado en ondas oscuras, que le abrigaban los hombros y acariciaban su espalda. Permanecía algo encogida, casi agazapada, conteniendo la respiración.

Con los ojos muy abiertos miraba ansiosa hacia el cielo que empezaba a estrellarse. Se preguntaba con inquietud por qué no veía la  luna. Sin luna por testigo no se atrevía a salir de su rincón. De pronto se abrió el cielo y allí apareció, redonda, radiante, plena. Igual que se sentía ella.

Aquella luz blanca y plata le aceleró el pulso, le encendió las mejillas y un cosquilleo le recorrió de forma ascendente desde las plantas de los pies descalzos hasta las caderas. Ya se encontraba dispuesta.

Se irguió, tomó aire profundamente y quedó empapada del perfume de azahar. Avanzó unos metros hacia el centro del patio y dejó que, durante unos segundos, la magia de la noche la bañase por entero. Poco después escuchó unos pasos de sobra conocidos. Sonrió, se despojó de la túnica y se acercó hasta la fuente a esperar.


Texto: Rosa Muro @pink_wall 

lunes, 8 de julio de 2013

IRME CONTIGO

Fotografía: Fran Gala @erfran72


Que los días me parecen siglos y las noches mil condenas. Que me acerco hasta aquí en cada tormenta, con la esperanza desgarrada de que me parta un rayo. 

Que ya no tengo ni espejos por no ver el reflejo del aliento que dejaste en mi mirada. Que he hecho jirones todos mis vestidos porque prefiero ir desnuda a vestirme si no es para ti. Que la música no suena desde que no abres el baile conmigo. 

Que ahora te tengo a mis pies, donde tantas veces soñé que estarías, y ya no me sirve de nada. Que mi corazón dejó de latir con tu último suspiro. 

Que me declaro incrédula de tus palabras. Que me juraste amor eterno y no has cumplido. Que te odio con una furia que me brota desde lo más profundo de las entrañas. 

Que no fuiste capaz de preguntar si quería irme contigo......



Texto: Rosa Muro @pink_wall
    



 


lunes, 1 de julio de 2013

EL MONJE

Fotografía cortesía de Bienvenida Gala: https://twitter.com/Bienveg




Era una mañana de primavera, de esas que aún no calientan y te dejan el cuerpo frío. Me habían citado a las 10 en punto con una nota misteriosa, escrita a mano, que alguien dejó en el parabrisas de mi viejo Renault aparcado en la puerta del periódico. “El monje te alumbrará el camino”, decía. -¡Hay que joderse!- pensé, mientras permanecía atento a la puerta del monasterio y me subía los cuellos de la chaqueta.

En ese preciso instante el sonido de goznes antiguos me alertó de movimiento en el portón. Un nervioso hermano salió precipitadamente, mirando con inquietud en todas las direcciones. Empecé a seguirle a través de oscuras y laberínticas calles de olor nauseabundo. En un momento determinado paró en seco frente a una cerería. Golpéo con los nudillos tres veces y desapareció en el interior sin que pudiese alcanzarle.

No había ni un mal gato en esa calle. Parecía muerta. Me acerqué sigilosamente hasta el local y atisbé a través del cristal de la puerta. Estaba tan sucio que sólo se adivinaban sombras. No lo pensé. Toqué la puerta tres veces, como había visto hacer al monje.

De repente, sin tener tiempo a reaccionar, todo pasó muy deprisa. El sonido de amartillar un arma, un fogonazo y sentirme caer hacia atrás mientras escuchaba a una voz grave, casi de ultratumba, decir: “DIOS ES LA LUZ”.  



Autores del texto: Fran Gala y Rosa Muro